BERTOLT BRECHT (MEDIDA CONTRA LA VIOLENCIA)
Augsburgo-Alemania, 1898 – Berlín, 1956
Eugen Berthold Friedrich Brecht conocido como Bertolt Brecht, fue un dramaturgo y poeta alemán , uno de los más influyentes del siglo XX, creador del teatro épico, también denominado teatro dialético. Creciendo durante la República de Weimar, tuvo sus tres primeros éxitos como dramaturgo en Munich y se mudó a Berlín en 1924, donde escribió La ópera de los tres centavos y empezó una colaboración vitalicia con el compositor Hanns Eisler. Inmerso en el pensamiento marxista durante este periodo, Brecht escribió lo que llamó «Lehr-stücke» («obras de teatro ejemplares»)—obras claramente didácticas para ser representadas fuera del teatro ortodoxo—con música de Weill, Hindemith y Eisler, y se convirtió en un teórico destacado del teatro épico (al que posteriormente prefería llamar «teatro dialéctico»), y del llamado efecto de distanciamiento. Durante la Alemania nazi, Brecht huyó de su país, primero a Escandinavia y, durante la Segunda Guerra Mundial, a Estados Unidos, donde fue vigilado por el FBI, estableciéndose como guionista. Tras la guerra, fue citado por el Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámar de Representantes por sus supuestas afiliaciones con el Partido Comunista.El día posterior a su interrogatorio regresó a Europa, y con el tiempo se estableció en Berlín del Este y fundó la compañía de teatro Berliner Ensemble con su esposa y colaboradora durante muchos años, la actriz Helene Weigel. El 14 de agosto de 1956, contrajo una inflamación del pulmón y murió de una trombosis coronaria en Berlín del Este

Y el agente se sentó en una silla, pidió comida, se lavó, se acostó y, con la cara vuelta hacia la pared, poco antes de dormirse preguntó:
—¿Estás dispuesto a servirme?
El señor Egge lo cubrió con una manta, ahuyentó las moscas, veló su sueño y, al igual que aquel día, lo siguió obedeciendo por espacio de siete años. No obstante, hiciera lo que hiciera por él, hubo una cosa de la que siempre se abstuvo: decir aunque solo fuera una palabra.
Transcurridos los siete años murió el agente, que había engordado de tanto comer, dormir y dar órdenes. El señor Egge lo envolvió entonces en la manta ya podrida, lo arrastró fuera de la casa, lavó el camastro, enjalbegó las paredes, lanzó un suspiro de alivio y respondió:
—No.
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